viernes, agosto 25, 2006

Será que nací en el sur...

Me encuentro vagando, solo y con la certeza de ser mas impopular que el Diablo o Galtieri. En estos dias confirmé que no tengo ningún lector, es decir, ni los mios me leen. Tambien, me hallo en este momento sin nada preciso que comentar. No es que tenga la mente en blanco, sino que nada de lo que diga, aparentemente, será leido ni tenido en cuenta. Ahora entiendo la fé que tiene el náufrago que arroja una botella con un mensaje a un remitente desconocido y tal vez, imposible.
Me pregunto si realmente tiene sentido seguir escribiendo esto a sabiendas de mi falta de carisma. ¿Porque no lo borro y ya? ¿Para que sigo maquinando articulos perfectos durante los viajes? ¿Para que sigo llenandome la boca de cosas para decir sin nadie que se moleste en averiguarlas más que un anonimo lector norteamericano, que viene, lee y no dice nada, y huye?
Quizás si tenga sentido esto. En dias como hoy, o en noches más bien, cuando de repente un manto de grises espectros se abalanza sobre la Ciudad, siento la necesidad de correr a escribirlo. Siento que eso es una escena muy literaria, es decir, cuando bajo del tren, y está el horizonte y todo es gris donde se supone debería flotar un naranja, o un celeste.

Ups, lo hice. Imprimí sentido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay veces que uno ecribe para uno mismo. Yo tengo una anécdota también: me hice un espacio en la red para que mis amigos dejaran sus comentarios y esas chucherías de ahora, y entraba todos los días a revisarlos, pero un día me di cuenta de que no tenía cometarios porque unca le había pasado la dirección del espacio a nadie. Era un espacio para mi, más bien, porque las cosas que escribía ahí, por más que me hubiera gustado que alguien las leyera, y me dijera que estaban buenas, y que se interesara en leer más cosas mías, no me era impresendible que fuera entendidas por otros además de mi. Yo lo tenía y lo hacía...

Si, a veces uno escribe para uno. Y aunque nos gustaría que otros leyeran lo que escribimos, igual escribimos porque nosotros mismos también somos nuestros propios lectores.