jueves, julio 13, 2006

A los jovenes de ayer

Cada vez que la muerte me roza de cerca siento la necesidad de explicarme algo sobre la muerte y sobre la vida. Quizás el porque, quizás el como, jamás el para que: preguntar el para que de algo es una obviedad: es el presente mismo.
Oscar Moro partió de este mundo solo y abandonado por el rock como gran parte de su obra, de la cual solo aparecen guiños, como si esto se tratara de un iceberg, con partes sumergidas y otras a flote.
Leí en un texto crítico sobre la politica y la sociedad argentinas que su paisaje era lunar. Quizás aqui pueda aplicar esa metáfora .
Es realmente poco digno el hecho de que en cuanto medio de comunicaciòn exista aparezcan ahora reseñas biograficas resaltando sus muchas cualidades cuando en vida no tenía plata para atenderse de la úlcera y nadie del medio lo supo o lo quiso ayudar. Tampoco sirve de mucho la caradurez de Pergolini de "perdirle perdón". Ellos son millonarios, podrían haber hecho algo, la puta madre. Hoy, cuando ya Eso refuerza mi creencia de que el medio periodistico es el equivalente humano de mamiferos como las hienas, o aves como los buitres. Pero eso es, como dicen, harina de otro costal.
De este hecho desprendí algunos pensamientos. Justamente el día en que se conoció la muerte de Oscar, otro integrante de Serú cometía uno de sus ya habituales escándalos. Sin caer en la discusión sobre si el escándalo oscurece al hombre o su decadencia y su obra viajan por carriles separados, es interesante pensar cuanto de Charly Garcia queda vivo. Cuanto de las cosas con las cuales él conquisto el corazón de millones de argentinos quedan en píe. Cuanto, al fin, de serú girán no es ya pura nostalgia y pasado. Pienso que esas musicas merecian un final mejor que este.
Otro de los caminos que recorre mi sentir tiene que ver con un tema de seru. En uno de los tantisimos homenajes radiales que se sucedieron con el correr de las horas alguien deslizó A los jovenes de ayer, y casi se me escapa una lagríma en plena Rivadavia. Es increible como uno va llenando categorías con el paso de los años. Como a los compositores de A los jovenes de ayer les termino cabiendo el traje que cosieran cuando transitaban sus 30 años. Lo que tengo para decir sobre A los jovenes de ayer es que es un tema impresionante. Dura 9 minutos y creo que como habla de muchas vidas, transita por muchos estados: la tranquilidad, la melancolía, la intriga, la violencia, la paz, y ese sentimiento que no se describir, relacionado con el final, como si el momento de despedirse fuera épico o avasallante.
Me duelen muchisimo algunas cosas que pasan en el mundo. la partida de Moro es una de ellas.


A los jovenes de Ayer

A simple vista puedes ver
Como borrachos en la esquina de algún tango
A los jóvenes de ayer


Emplichan bien, usan tupé
Se besan todo el tiempo y lloran el pasado
Como vieja en matineé

Míralos,míralos,están tramando algo
Pícaros,pícaros
Quizás pretendan el poder

Cuídalos,cuídalos,son como inofensivos
Dígalo,dígalo,son nuestros nuevos Dorian Gray

En un remise,en SADAIC
Con sus bronceados de domingos familiares
Y sus caras de kermese

Grandes varones del ayer
Serán los jóvenes de siempre
Los eternos
Los que salen por TV

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora recuerdo como llegué acá. Estaba buscando la letra de "A los jóvenes de ayer", pero me quedé leyendo los demás escritos y recién ahora me acuerdo que está en la página.

Es verdad, no se prestó mucha atencción al baretista de Serú, y menos a su muerte. Es más, mucho me duele ahora el alma, porque me acabo de enterar. Me incluyo entre los que ignoraron esta pérdida tan grande, pero mi problema fue que no presto atención a los medios de comunicación, ni mirar el noticiero, leer el diario o escuchar la radio siquiera. El caso es que se fue, sin importar cuándo y cómo se haya enterado cada cual. Un fan es un fan, y que raro es pensar que esa calma, ese tashhh, tasshh, tashhh del platillo de Oscar no va a poder volver a escucharse en algún recital nunca más. Porque siempre pensé que algún día iba a presentarse otra vez a tocar sus viejos temas. Ahora sólo nos quedan los discos. Cuando la muerte es repentina tarda en comprenderse que es cierta, o tal vez no se comprenda nunca.
Es tan cierto que la muerte hace pensar en la muerte. Y no sé si me habré preguntado los por qués, pero si me pregunté los para qués.

Hace poco murió Alberto Cachau, un amigo de mi viejo que también era muy amigo de la familia. Por ahí no era lo que se dice íntimo, pero todos lo queríamos mucho, y él nos quería mucho a nosotros. Yo lo amaba, era uno de esos viejos que son una especie de amor platónico pero con los cuales no soñás casarte porque no son lindos, sólo estás enamorada de él. Me enteré cuando estaba durmiento, en mi casa, y de repente mi viejo me despierta y me da la noticia. Mi viejo no llora, que se yo, es un buldog, y sin embargo se sentó al lado mio en la cama y estuvo un rato llorando. No era el padre consolando a su hija, siendo fuerte para protegerla. Tampoco era tanto la hija siendo fuerte por el padre. Mas bien fue como un "¿puedo llorar acá, con vos?". Y yo también quise llorar ahí con él. Ese fue uno de los días, de este año en que conencé a pensar en la muerte, en para qué nos morimos si la vida esta buena y a todos nos gusta. Es para ir a algo mejor? es porque ese era el producto del que nos daban muestra gratis y en algún momento se termina la garantía y hay que devolverlo o pagarlo? y lógico, nadie tiene suficiente como para comprar una vida.

Hoy mismo llego a casa y mi vieja me dice que se murió la suegra de mi profesora de literatura, ya hablé antes de ella. Yo no la conocía, jamás en mi vida la vi, pero su nuera y su hijo, el esposo de mi profe, son un par de personajes muy fuertes en mi vida. Así que me puse rígida y dije "voy". Y fui al entierro con mi vieja.
En ese momento no me puse a cuestionarme a dónde van los que se van, ni por qué se van, ni por qué no pueden quedarse ni nada por el estilo. Me pregunté ¿es necesario hacerla llorar a la profe?. Ella no llorá, es una mina fuerte del todo, testaruda y mandona y del todo fuerte. Y yo lloré también, aunque a la difunta no la conocía, pero fue tan duro verla llorar a mi profe, que me sentí enojada con esa potencia sea cual sea que hace que la gente muera.

La muerte me hace pensar en infinitas cosas. Por ejemplo, este año empecé a pensar que no sé que voy a hacer cuando se muera Fito Páez. Es decir provablemente no haga nada, pero no sé como vaya a tomármelo. Como Moro, me van a quedar sus discos, pero que se yo, no es lo mismo.

Igual creo que cada cosa deja una enseñanza, y con cada muerte que afronto entiendo cada vez más que la gente, llegado el día, se muere. Y así va a seguir muriéndose gente a lo largo de mi vida y yo me voy a ir sorprendiendo menos, aunque me va a deprimir siempre porque es algo que no puedo controlar, que está fuera de mi alcance, y eso efectivamente deprime. Pero a medida que uno practica las cosas se va acostumbrando, cómo el fa en la guitarra. Yo me pregunto si se podrá uno acostumbrar a que la gente se muere, así como a que las cosas se terminan.

Te aburro? mejor me voy

Anónimo dijo...

Waaw... ahora que miro creo que se me fue la mano...

giancarlo tejeda dijo...

gran batero... quedan los discos, para la posteridad, hay q oírlo en La máquina de hacer pájaros también...

Anónimo dijo...

POPA ESE ALBERTO CACHAU ERA DE LA PAMPA?? ERA MEDICO??? PORQUE YO CONOCI A UN HOMBRE DE ESE MISMO NOMBRE HACE UNOS AÑOS QUE ERA MEDICO.
POR FAVOR CONTESTAME